En un mundo donde los deepfakes difuminan la realidad y las carteras digitales se extienden por continentes, la identidad ya no es solo un documento físico en la cartera. Se ha convertido en la llave que abre el acceso a servicios esenciales: banca, salud, administración pública e incluso redes sociales. Pero también es cada vez más un objetivo de los piratas informáticos y una herramienta que plantea profundas preguntas sobre vigilancia, seguridad y libertad. En La identidad en la era digital, Léwis Verdun explora esta transformación compleja e invita a reflexionar sobre uno de los mayores desafíos de nuestro siglo.

De la identidad física a la identidad digital

Durante siglos, la identidad se verificó a través de documentos físicos: certificados de nacimiento, pasaportes, carnés de identidad. Hoy, decenas de países implementan sistemas de identidad digital. En Europa, eIDAS2 busca armonizar las carteras de identidad digital en todo el continente. En India, Aadhaar ya cubre a más de mil millones de ciudadanos. En África, iniciativas similares apuntan a acelerar la inclusión y el acceso a servicios.
Estas innovaciones prometen rapidez, eficiencia y comodidad. Pero también plantean grandes cuestiones de confianza: ¿quién controla los datos? ¿Cómo se protegen? Y, sobre todo, ¿cómo garantizar que la identidad digital no se convierta en una herramienta de exclusión?

El auge de la identidad digital: un mercado en expansión

Según estudios recientes, el 91% de las organizaciones sufrió al menos un incidente relacionado con la identidad en 2024. Al mismo tiempo, se prevé que el mercado mundial de soluciones de identidad digital alcance cerca de 100 mil millones de dólares en 2030. Este crecimiento refleja tanto la urgencia de asegurar las transacciones en la economía digital como la magnitud de la inversión de los estados y las empresas.
Detrás de estas cifras hay una realidad: la identidad digital se ha convertido en un asunto geoestratégico que influye no solo en la competitividad económica, sino también en la seguridad nacional.

Beneficios: inclusión, rapidez, eficiencia

Las promesas son claras. Para millones de personas excluidas del sistema bancario tradicional, la identidad digital abre la puerta a los servicios financieros. Para los gobiernos, reduce el fraude y agiliza los trámites administrativos. Para las empresas, simplifica la experiencia del cliente y disminuye los costos.
Inclusión, crecimiento económico y modernización de los servicios: la identidad digital ofrece herramientas poderosas para construir sociedades más conectadas.

Riesgos: piratería, vigilancia y sesgos algorítmicos

Pero los peligros son igualmente reales. El robo de identidad es uno de los delitos de más rápido crecimiento. Los piratas utilizan phishing, deepfakes y malware para eludir los sistemas de seguridad. Los estados mismos, en algunos casos, recurren a la identidad digital para vigilar a los ciudadanos, lo que genera temores de vigilancia masiva.
Otro desafío es el sesgo algorítmico: si los sistemas que validan la identidad no están bien entrenados, corren el riesgo de excluir a minorías o poblaciones vulnerables, reforzando las desigualdades existentes.

Innovaciones prometedoras: hacia una identidad digital ética

El libro también destaca innovaciones prometedoras. Las carteras descentralizadas, por ejemplo, devuelven al usuario el control de sus datos. Las pruebas de conocimiento cero permiten autenticar sin revelar información sensible. Combinadas con regulaciones más estrictas —como el RGPD en Europa o las nuevas legislaciones sobre la IA—, estas tecnologías podrían abrir el camino hacia una identidad digital más segura y ética.

Por qué este debate nos concierne a todos

La identidad en la era digital no es solo un tema tecnológico, sino social. Afecta a nuestro derecho a la privacidad, a nuestra capacidad de participar en la vida económica y a la protección de nuestras libertades fundamentales. Cada uno de nosotros ya está implicado, ya sea al iniciar sesión en una aplicación, viajar o acceder a la atención médica.
Por eso el ensayo de Léwis Verdun es una lectura esencial: ofrece las claves para comprender las fuerzas en juego, separar el ruido mediático de los riesgos reales e imaginar un futuro en el que la identidad digital fortalezca la democracia en lugar de debilitarla.

No te pierdas esta lectura imprescindible. Descubre La identidad en la era digital ahora y únete al debate sobre el futuro de nuestras libertades.